Vueltas, líneas que se cierran, círculos, el día que termina para que la noche vuelva a comenzar, esas vueltas inconexas se funden para dar vida a nuevos movimientos, tal vez medios giros tal vez medias uniones, puros movimientos, formas magistralmente abstractas en lo alto, pero tan legibles en lo bajo. Verdades subrepticias, verdades desmembradas en cuerpos cuyas esencias están contrariadas por el terror de lo cotidiano, verdades sofocadas por discursos entrañables cuyo origen son labios mentirosos, cuyos labios son asquerosamente bellos, despreciablemente autoritarios, pero, por sobre todo, labios, verdades, La Verdad oculta tras la figura complaciente de una Fe, una creencia, una forma de salvación, o de redención, hacia el cansancio de tanta vivencia. Voces potentes que se vehiculizan en palabras sin sentido, en absurdos, voces débiles que no encuentran canal, voces ahogadas, temerosas ante la castración del espíritu, verdades que son mentiras pero que se creen solo por la autoridad que genera Una Cultura, Una Inteligencia, Una casta. Palabras que corporizan sinceridades, palabras que alimentan párrafos alegóricos para dar como resultante una lectura inextricable de los hechos. Pensamientos lujuriosos que se traducen en sencillos verbos que significan nada. Nada comparado con la agudeza que simboliza ese pensamiento. Y en el remolino de esas vueltas, el amor, los amores, EL Amor, ¿un amor?, ¿distintos amores?, chabacana metafísica de una madrugada que nos enreda en un camino de preguntas huecas con respuestas inabarcables. Amor, anclaje absoluto con otra materia, unión de espíritu con la materia, acción de ausencia –de dejar a alguien para ir con otra -, entrega de conciencias, desnudez de la esencia, amor ese signo que nos empapa con lo más primitivo de nuestra dualidad, consecuencias oscuras de sentimientos genuinos, dolores ajenos, miradas dulces y paralelamente miradas afligidas por la opresión de la jerarquía de valores que se impone en nuestras vidas. Amar, esa furiosa sed que se extingue y, al mismo tiempo, se vuelve a intensificar ante la presencia de Un Otro, Amar, juego perverso de rotular sin saber qué es verdaderamente o creyendo parcialmente en que eso que se siente y se dice es amar. Infinitas Vueltas que nos rozan, nos friccionan, nos tocan violentamente, el amor en el medio –o la filosofía del amor-, una persona, varias con una lógica de otros mundos, conclusión incoherente: un mundo hastiado de tantas dudas y terrores que antes me gobernaba, hoy es percibido como Un Lugar cálido por otra mirada. Temor por la carencia, por ver desmoronarse los cimientos de una construcción inconclusa pero Mi construcción al fin. Vueltas, amor, palabras rimbombantes, verdades, amar, Vos, ella, yo, él, el mundo, palabras, más palabras para enmascarar una realidad que parece anecdótica pero que no se esfuma con tanta rapidez como las frases que se dijeron en un ayer.
Como en Rayuela, somos, todos, La Maga y Oliveira, estamos Del lado de Allá, Del lado de Acá, De otros lados, vivimos buscando los encuentros para desencontrarnos. Despersonificando a La Maga, yo me pregunto, tomando las palabras de Cortázar: “¿Encontraría a La Maga?”
viernes, 14 de noviembre de 2008
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